martes, 23 de diciembre de 2014

Fanfic: Una noche de Horror (y Enfado Justificado)


Autor: Tokio Toy
Sinopsis: Que la tecnología llegará a Equestria es algo que todos saben. Pero... también llegaron con ella la clase de cosas que te importuna el día... (o la noche) ¡¡¡Y EN QUÉ FORMA!!!

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23 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Pero que abrupto giro de acontecimientos del final, y yo que pense que habia visto algo entre los sueños de pinkie que la perturbo (no lei la descripcion) o algo peor, como la pinkamina
      bueno adios y feliz dia de los corazones calidos

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  2. Chales... ponen los fanfics de Tokio pero los mios los ignoran. Bueno, haber que tal está.

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    1. Mande un twitter con el hastag #elamanecerdeequestria con su link y lo postearán.

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  3. no se ofendan ni borren mi comentario, pero me parecio aburrido.

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  4. a mi me gusto anonimo jeje,no te preocupes tokio no borraria un comentario solo por mala critica, es mas maduro que eso.,..

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    1. Tokio no puede hacer borrar un comentario, es tan plebe como nosotros en el blog.

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    2. Neta?? Yo creía que era administrador con eso de que es el que mas escribe.

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    3. No lo que pasa es que no tiene vida social

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    4. >brony
      >vida social
      elige uno.

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    5. Jaja por extraño que parezca tengo ambos

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  5. esbocé una sonrisa, seguire pendiente, espero que tambien ya actualicen pecados pasados o pony de fondo

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    1. Que es esbosar?? Mi no entender..

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    2. Ante una duda la RAE es tu amiga.
      http://lema.rae.es/drae/?val=esbozar

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  6. Tokio Toy, es esta tu cuenta de Deviant Art? =)

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  7. PLOP!!! Fue mi primera impresion al leer el fic... pero analizando.... lo encontre bueno.. felicitaciones Tokio

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  8. Unam nomchem dem Horror (y Enfamdom Jumstimfimcamdom) Por Tomkiom Toy Cemlemstiam sem demspertóm sombremsamltamdam, en mimtamd dem lam nomchem. Emscumchóm eml trempimdar dem lam Guardiam Reaml deml Pamlamciom dem Canterlomt aml correr por loms pamsimlloms. -¡¡¡MAMJEMSTAMD, VENGAM POR FAMVOR…!!!- emscumchóm trams lam puertam dem sum hambimtamción, mientrams eram gomlpeamdam con marcamdam urgenciam. Dem inmemdiamtom, terciándomsem unam bamtam en lam carreram, samlióm aml corremdor. Un Guardiam Reaml emstambam amllím emsperándomlam. Trams éml, varioms omtroms dem emlloms, amdemáms dem cortemsanoms y eml Mémdimcom Reaml, tromtamban con cemlerimdamd y lam preomcumpamción marcamdam en sums romstroms. Emsom lom confirmambam, nom lom hambíam soñamdom. Demspertóm con un grimtom demsgarramdor… eml dem sum hermanam, Lunam. Sin tardanzam, gamlompóm hamstam simtuarsem aml frentem deml grumpom, con eml ponim mimlimcianom emsforzándomsem en mantenersem aml pamsom dem sums zancamdams, comom loms demáms. Eml grumpom, con Cemlemstiam am lam cambemzam, llemgóm aml finaml deml pamsimllom. Sumbieron por unams emscamlerams circumlarems quem, comom unam emspiraml, lems llemvaron am un portón ambiertom. Prontom samlieron aml emxterior, corriendom en comimtimvam por eml pamsimllom aéreom quem comunimcambam lam torrem deml camstimllom dondem emstambam eml cuartom dem Cemlemstiam con eml dem lam Princemsam Lunam. Comom un emjércimtom pemqueñom dem sombrams remcorrían lam emxtensión deml corremdor bamjom eml ciemlom emstremllamdom. Lam caram dem Cemlemstiam emstambam congemlamdam en un rimctums dem promfundam preomcumpamción. Hambíam creímdom quem amqueml amlarimdom lom hambíam soñamdom, nom ombstantem lom reamlimstam quem fuem comom param paremcer promdumctom dem un sueñom. Mientrams corríam, remcordóm quem Lunam nuncam hambíam damdom un grimtom amsím. Nim simquieram cuandom lam demsterróm am lam lunam, un mimleniom amtráms. Eml grumpom llemgóm hamstam eml finaml deml corremdor aéreom, amtramvemsaron lam

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  9. Una noche de Horror
    (y Enfado Justificado)

    Por Tokio Toy

    Celestia se despertó sobresaltada, en mitad de la noche. Escuchó el trepidar de la Guardia Real del Palacio de Canterlot al correr por los pasillos.

    -¡¡¡MAJESTAD, VENGA POR FAVOR…!!!- escuchó tras la puerta de su habitación, mientras era golpeada con marcada urgencia.

    De inmediato, terciándose una bata en la carrera, salió al corredor. Un Guardia Real estaba allí esperándola. Tras él, varios otros de ellos, además de cortesanos y el Médico Real, trotaban con celeridad y la preocupación marcada en sus rostros.

    Eso lo confirmaba, no lo había soñado.

    Despertó con un grito desgarrador… el de su hermana, Luna.

    Sin tardanza, galopó hasta situarse al frente del grupo, con el poni miliciano esforzándose en mantenerse al paso de sus zancadas, como los demás.

    El grupo, con Celestia a la cabeza, llegó al final del pasillo. Subieron por unas escaleras circulares que, como una espiral, les llevaron a un portón abierto. Pronto salieron al exterior, corriendo en comitiva por el pasillo aéreo que comunicaba la torre del castillo donde estaba el cuarto de Celestia con el de la Princesa Luna. Como un ejército pequeño de sombras recorrían la extensión del corredor bajo el cielo estrellado. La cara de Celestia estaba congelada en un rictus de profunda preocupación.

    Había creído que aquel alarido lo había soñado, no obstante lo realista que fue como para parecer producto de un sueño. Mientras corría, recordó que Luna nunca había dado un grito así.

    Ni siquiera cuando la desterró a la luna, un milenio atrás.

    El grupo llegó hasta el final del corredor aéreo, atravesaron la puerta de la torre (casi atorándose todos al no entrar en orden), bajaron las escaleras (con algunos cortesanos tropezando y cayendo), para finalmente recorrer un pasillo más corto, que terminaba en una puerta, con una luna delicadamente pintada en ella.

    Celestia se acercó a la puerta mientras los demás guardaban silencio y, con delicadeza, tocó dos veces. “Hermanita” dijo suplicante la Regente Mayor, para luego pegar una de sus orejas a ella. Entonces la oyó.


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    1. Incluso a través de la gruesa puerta, Celestia escuchó el sonido indudable del llanto de su hermana pequeña. Como cuando le asustaban los relámpagos y truenos en las noches de tormenta, de potrillas.

      La puerta se abrió de golpe, forzada por un soberbio empujón de Celestia. Ambas partes de la puerta trepidaron contra las paredes contiguas con estrépito. La Guardia Real se situó a los lados de Celestia, mientras los preocupados cortesanos daban paso al Médico Real, hasta situarse detrás de la Regente.

      El cuarto de la Princesa Luna, con tan solo un resplandor pálido por toda iluminación, se mostraba desarreglado. Su cama estaba desordenada, la colcha volteada, acumulada en un montón, junto a las sábanas y cobijas, incluso el cubrecamas, enrolladas como una especie de crisálida, aovillada en un lado de la cama, cercana a la pared izquierda de la habitación, junto a la gran ventana principal del cuarto.

      Entonces, el extraño bulto se movió.

      Más que moverse, se arrastró temblorosa hasta detenerse, dejándose ver por todos. Una respiración entrecortada salía de ella, y a través de un agujero entre las telas, se veía una mirada aterrada, fija en un punto muerto. Encendiendo la luz de la habitación, Celestia reconoció esa mirada al momento.

      Era su hermana menor, la Princesa Luna.

      Celestia se acercó al ovillo de telas, que reaccionaba retrocediendo hasta que se topó con la cama.

      -Luna… soy yo, Celestia- susurró la Regente Mayor, acercando su hocico al ovillo- hermanita, calma… ¿qué te pasó?.

      Lentamente, el ovillo empezó a deshacerse, a medida que la cara de Luna salía al exterior. Su crin era un verdadero desastre de marañas que la hacían casi irreconocible, buena parte de ella cayéndole a la cara hasta casi taparla. Lentamente, presa de un temblor continuo, abrazó a su hermana mayor. Celestia le estrechó con fuerza.

      Y, con un balbuceo entrecortado, Celestia le escuchó decir algo que la dejó de piedra.

      -Y-y-y… yo… maté… a P… p… P- Pink… Pinkie… Pie- tartamudeó Luna.

      Celestia, con los ojos abiertos de par en par, levantó la cara de su hermana, mirándola asustada. La mirada de su consanguínea estaba congelada en un rictus de horror que no le recordaba jamás. ¿Qué, en el nombre de sus más míticos ancestros, le pudo causar un horror tan profundo?.

      -Luna…¡LUNA, ESCÚCHAME!- dijo Celestia, zarandeándola con desesperación- ¿¡a qué te refieres!?, ¿¡CÓMO QUE MATASTE A PINKIE PIE…!?

      Pero Luna seguía repitiendo mecánicamente, sin mirar a ninguna parte, aferrada a una única y escueta frase. “Yo maté a Pinkie Pie”. No dejaba de decirlo, con voz entrecortada.

      A un gesto de Celestia, varios de los cortesanos se apersonaron dentro de la habitación, arreglando la cama de Luna. Celestia, envolviéndola en un hálito proveniente de su cuerno, la depositó lentamente en ella, cubriéndola con su manta. El médico de la corte (un unicornio de grave aspecto) se acercó estetoscopio en casco, acercándolo al costado de la Princesa Menor.

      -Está en shock, Majestad- dijo el anciano galeno- su Real Hermana fue víctima de una muy fuerte impresión- y volteándose a donde estaba Celestia, añadió- algo debió estremecerla profundamente.

      ¿A Luna…?, Celestia estaba asombrada. Fuera de su pasado como Nightmare Moon, su Hermana Menor mostraba mucho aplomo cuando las circunstancias lo requerían. Como la menor de las regentes de Equestria tenía un alto sentido de la responsabilidad, aunado al hecho de que, si hace falta, recurrirá a la dureza para deshacer un entuerto.

      Y bien que lo sabía… recordó la vez que ellas dos enfrentaron a Sombra, liberando al Imperio de Cristal. Aunque nunca le explicó cómo, Luna había vencido al aterrador usurpador ella sola, tras caer Celestia en la pelea, víctima de uno de sus hechizos.

      Y ahora su hermana, la menor y más temperamental del dueto de Gobernantes, se hallaba catatónica, presa de un miedo incapacitante.


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    2. ¿Qué la dejó así?


      Mientras el médico le administraba un sedante a Luna, Celestia miraba a su alrededor, buscando en la habitación de su hermana la causa de todo aquello. La Guardia Real mantenía a los cortesanos preocupados fuera de la habitación, algunos de ellos, unicornios especializados en rastrear amenazas, ya habían iniciado su labor, escudriñando el aposento.

      Y justo en ese momento, Celestia reparó en la mortecina luz que había actuado como única iluminación, venida de la cómoda de su hermana. Un simple vistazo le hizo comprenderlo todo.

      Entonces, los cortesanos y la Guardia Real vieron a Celestia, su amada Regente y Protectora, plantar sus cascos en el suelo del cuarto, atravesando el fino embaldosado. Su rostro pasó de un delicado gesto a un rictus de rabia poco natural en un inmortal, mientras su cuerno despedía una creciente luz que, rodeada de relámpagos, crecía y crecía.

      …Y con un alarido, que a la milicia presente allí le pareció todo un Grito de Batalla, Celestia despidió un rayo impresionante en dirección a la cómoda.

      *********************************************************************************************

      Rainbow Dash, dormida en su habitación, en la lejana Cloudsdale, sintió una sacudida que abarcó toda su pieza, sin que esto la despertara. “Fluttershy” musitó con una sonrisa, para luego aovillarse en sus frazadas.

      Rarity, envuelta en sus muchas cobijas, captó adormilada como todo en su cuarto tembló, levantándose a medias y con la máscara puesta en sus ojos (para descansarlos mejor).

      -Swette Belle, cielo- balbuceó- Espera a que amanezca, yo me encargo de cocinar el desayuno- para luego caer como un tronco sobre su almohadón.

      Fluttershy se hallaba bajo su cama, asustada, aferrando al pequeño Ángel contra sí (y este, al borde de la asfixia). Toda su casa se había estremecido como si el Expreso de Ponyville hubiera pasado frente a su puerta.

      Creyó que había sido un trueno, el más fuerte que recordaba… y con un cielo estrellado y sin una nube en él.

      Pinkie Pie roncaba a pata suelta en su catre cuando el “Sugar Cube Corner” se agitó como gelatina. Los Cakes se despertaron sobresaltados, al oír cosas caer y quebrarse y a sus mellizos despertar llorando.

      Y Pinkie Pie seguía roncando… a pata suelta.

      Twilight Sparkle abrió los ojos tras sentir que el Árbol Biblioteca se sacudía como un arbusto bajo un fuerte viento. Soñolienta, apenas consciente, miró por la ventana de su habitación, desde la cual veía parte del pueblo y, a lo lejos, podía divisar la Montaña de Canterlot, y aún más pequeño, El Castillo de Las Princesas.

      Y, justo en ese momento, estaba segura de haber visto un resplandor venir del palacio, para luego ver estremecerse la montaña… y luego las casas que podía ver por la ventana, en un único sismo.

      Escuchó libros caer, el follaje del árbol moverse con fuerza. Luego, solo los ronquidos de Spike, que yacía como piedra en su camastro.

      Twilight vio la ventana por un momento más. Luego, con un largo bostezo y paladeo y una mirada entrecerrada por el sueño, sonrió.

      -Je, je… Sueño Lúcido- murmuró, para luego dejarse caer y volver a sus ronquidos.

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    3. Los cortesanos, la Guardia Real y el médico de la corte observaban espantados.

      Celestia, con un rostro de honda satisfacción, observaba su obra. Su cuerno humeaba como un rifle. Su melena, y todo en el cuarto, se movía presa de los habituales fuertes vientos de la cima de la Montaña de Canterlot.

      Un enorme boquete, que abarcaba el alto de la habitación de Luna y algo de la mitad de su ancho se abría ante la Princesa Regente, sin que se escuchara otro sonido que el del viento que se colaba al interior.

      Donde antes estaba la cómoda de su hermana, tan solo quedaban unos trozos de madera quemada, mezclados con otros restos más.

      Transistores y cables derretidos, apestando el lugar a plástico quemado, junto a lo que alguna vez fue una tarjeta de memoria.

      -Lleven a mi hermana a mi habitación- dijo Celestia sin moverse.

      Asintiendo, los unicornios de la Guardia Real unieron sus magias en un resplandor sobre el cual flotó la ya dormida princesa (incapaz de oír nada por el sedante), sacándole de la habitación. Los cortesanos le abrieron paso, dispersándose a su vez.

      Celestia, en ese momento, materializaba un trozo de papel y una pluma, garrapateando algo en el.

      -Mi jefe de consejeros… ¿está aquí?- dijo Celestia con firmeza volteándose al fin, dando la espalda al boquete.

      De entre los cortesanos que se alejaban, un poni ataviado con una chaqueta de grandes bolsillos, llenos de notas de todo tipo, se acercó a la Princesa. Un libro (de hecho, un grimorio) se terciaba sostenido por una correa a su lomo. Sus ojos a medio tapar por su frondosa melena se veía adornado por unos lentes pequeños, sostenidos por el arco sobre su hocico.

      -A sus órdenes, Alteza- dijo el poni, haciendo una reverencia- lamento lo que pasó.

      -Gracias- dijo Celestia- mi hermana estará bajo observación médica por un tiempo. Necesitaré que se organice la reconstrucción de esta habitación. Me es necesario que sea con cuidado detalle- y mirando el boquete, añadió- De hecho, una segunda ventana no se vería mal.

      -Por supuesto, Alteza, se hará como diga- dijo el Jefe de Consejeros.

      -Y una cosa más- dijo Celestia, frunciendo el ceño- mi hermana querrá tener una computadora, quiero que vea una cuando vuelva a su cuarto.

      -Así se hará, Mi Señora- asintió el poni- ¿Necesitará algo más?

      -Si- añadió Celestia- necesitaré que la protección de su conexión incluya el bloqueo de acceso a todas las asociaciones que puedan haber con estas dos palabras.

      Y, flotando, se acercó al poni el trozo de papel. Con solo dos palabras en él.

      “Luna Game”

      El poni leyó aquello, extrañado. Miró a Celestia, interrogante.

      -Solo hágalo, por favor, dijo la Princesa con firmeza- me encargaré, por mi parte, de que mi hermana no lo recuerde.

      Y, sin más, caminó fuera del destruido cuarto. Al llegar al corredor aéreo, miró el cielo nocturno. En tres horas le tocaría hacer su trabajo. Y el de su hermana menor.

      -Estoy vieja para esto, maldita sea- rezongó Celestia. Y siguió a su cuarto.




      FIN

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  10. TokioAutista tus fics son jodidamente largos. >:v

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